APRENDEMOS SOBRE LA HISTORIA DEL PUENTE GIRATORIO
No es frecuente que una comunidad rinda homenaje
a una estructura. Sólo es explicable cuando se depositan en esta los más
profundos sentimientos colectivos. Eso ocurrió en Carmelo el 1 de Mayo de 2012,
cuando miles de personas rodearon al Puente Giratorio de Carmelo, conmemorando
el centenario de su construcción.
Sin dudas que el marco que le dan a la
Rambla de los Constituyentes y las aguas del Arroyo de las Vacas realza su
metálica figura. Se complementan formando esa postal de Carmelo tantas veces
fotografiada.
El Arroyo le da su razón de ser al
característico Puente. Más aún, desde hace cien años se asocia a la rica
historia de ese cauce que, según investigadores e historiadores, albergó en sus
márgenes el precario Fotín de San Lázaro, por disposición de Caboto, en 1527, y
que fue mudo testigo del padecimiento de los esclavos que se traían de África
para cumplir con la <<cuarentena>> en los barracones construido en
su margen derecho a principio del siglo XVIII. Fue éste mismo Arroyo el que
eligió Jorge Burges para venir a ésta banda oriental del río y luego marchar con
su familia, constituyéndose en el primer habitante civil de Montevideo.
<<A por las Vacas>>, decían
los faeneros que llevaban provisiones hacia Buenos Aires, probablemente de allí
su nombre. Éste Arroyo que todos los días parece renovar no sólo sus aguas sino
también su historia, fue límite de dos de las primeras estancias de la región:
la de Escobar y Gutiérrez y la de los padres jesuitas, hoy conocida como
Caleras de las Huérfanas.
No es posible dejar de lado el hecho de
haber sido factor fundamental para que el Protector de los Pueblos Libres, José
Artigas, haya decidido la fundación de Carmelo en éste rincón junto al río, el
que poco años después haya tenido que ser defendido de los invasores brasileños
por las tropas de Tomás Gómez junto a una veintena de patriotas.
Éstos son sólo alguno de los hechos de la
larga y rica historia vivida en el lugar.
Este arroyo que al desembocar en el río
Uruguay facilitaba las relaciones con Bs. As., la mayoría de las veces impedía
que los carmelitanos pudiesen comunicarse con su propio territorio, sobre todo
cuando pretendían llegar a Montevideo. Por eso los pasos que permitían cruzar
el arroyo a caballo o en carruajes cuando su caudal era normal tenían singular
importancia. Aunque al mismo tiempo era importante dar mayor profundidad al
cauce para que las antiguas barcazas pudieran llevar las piedras de las
canteras que se exportaban a Argentina. También la producción agropecuaria, tan
rica en la región así lo requería.
Dos pujantes vecinos Manito y Cardúz,
deciden entonces construir una balsa que por casi treinta años solucionó en
gran parte el problema, aunque ya un puente para El Carmelo se hacía
imprescindible. Cundo comenzaba el siglo XX ya se escuchaban voces que
reclamaban una obra que no debería demorar. El diputado Eduardo Moreno e
constituyó entonces en el portador de éste clamor popular, y a comienzo de 1907
el Ministerio de Obras Públicas llamo a licitación para su construcción.
Las propuestas se estudiaron en septiembre
del mismo año y resultó que la empresa alemana Fábricas Unidas de Ausburgo y
Nuremberg ofrecía la mejor propuesta. Las condiciones se referían
fundamentalmente a la seguridad de su sistema de rotación que permitía el pasaje
de los barcos. También quedó instalada una frase que es en gran medida un
recordatorio para los lugareños: el puente tenían que ser <<simple y
sólido>>.
En enero de 1912 estaba totalmente terminado
y su mecanismo de giro funcionaba correctamente. Comerciantes y productores rurales
solicitaron al ingeniero Augusto Smith, a cargo de la obra, que se pudiera
transitarlo, sobre todo para ingresar las cosechas vendidas desde la campaña
ubicada al sur de la campaña.
El pedido fue aceptado y se festejo con
una espontánea fiesta popular. Corrían los primeros días de enero de 1912
cuando el vecindario comenzó a cruzarlo una y otra vez.
Por diversas razones la inauguración
oficial se pospondría hasta el 1 de mayo del mismo año. Y Carmelo fue una
fiesta. La <<Superestructura>>, como lo llamaron pasó a ser el
orgullo del pueblo.
Las cargas más pesadas que se
admitían en aquellos años se limitaban a <<carretas con par de yunta de
bueyes>>, tal cual lo establecía una ordenanza municipal y policial. Al año siguiente comenzaron a aparecer los
primeros automóviles y no eran pocos los que recomendaban a los choferes que no
cruzaran a gran velocidad para no dañarlo. A partir de 1930 la rambla
complementó el lugar. <<¿Vamos hasta la rambla?>>, <<¿Vamos
hasta el puente?>> eran invitaciones miles de veces repetidas, porque
allí esperaban las retretas de la banda de música en noches inolvidables y los
ingenuos dragoneos de la época. No sólo mucha agua pasada bajo el puente
también las regatas, que habían comenzado a principios del siglo en las falúas
amarradas en el puerto y que luego se formalizarían cuando el Carmelo Rowing
las comenzara a realizar periódicamente. Fueron muchos los jóvenes que forjaron
su espíritu con éste deporte.
El puente fue testigo de gran parte de la
vida de Carmelo que había pasado por él, pero un día y durante varios meses
dejó de unir orillas. Una gran correntada en noviembre de 1951 provocó que los barcos
amarrados en el varadero se soltaran y fueran a impactar contra el puente,
desplazándolo. << ¡Qué tragedia!>>, << ¡Es impresionante!>>,
eran las frases que se oían en las calles.
En
junio de 1952 todo volvió a la normalidad luego del trabajo formidable
de decenas de obreros que lograron quitar los barcos incrustados entre los
pilares de la noble estructura. Pero el incidente hizo tomar conciencia los
lugareños de Carmelo sin el puente perdía al protagonista principal de su vida
cotidiana.
Y así llegamos al siglo XXI, hoy el Puente
Giratorio debe soportar cada día tremendas carga de decenas de miles de quilos
que en camiones de última generación siguen pasado por ésta
<<superestructura>> de 100 años, patrimonio nacional de los
Uruguayos.
Los carmelitanos proclaman con
orgullo que viven en la ciudad fundada por Artigas, donde pasa una arroyo que
parece un río con una rambla que sirve de gran platea, y un puente de 100 años
que además de ser giratorio sólo requiere de la fuerza humana para moverse.
Mientras tanto la leyenda continuará
afirmando que <<quien lo cruza una vez, regresa, siempre regresa>>.
Texto extraído de: Almanaque 2013 - B.S.E. - por Eraldo G. Bouvier (Profesor)
No hay comentarios:
Publicar un comentario